Juan Carlos Balderas C
Encargado de Prensa del Movimiento Antorchista en Sinaloa
A pesar de las 180 recomendaciones hechas al Estado mexicano por el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas durante el examen periódico universal que recién realizó nuestro país en Suiza, sede de ese organismo internacional, -las cuales son referentes a temas como la tortura, la violencia policiaca y abusos de las fuerzas del Estado, entre otras- lo cierto es que el mayor número de violaciones a estas garantías se encuentran en aspectos más cotidianos y por tanto, afectan a un número mucho mayor de personas, en los cuales poco discurren los organismos defensores de tales Derechos Humanos.
Más allá de los
casos de actuación injusta de las autoridades respecto al trato que se le da a
un presunto delincuente, o de la creación de leyes para “garantizar la
seguridad de los periodistas”, la búsqueda de la dignidad de los seres humanos,
en todo el planeta, debe pasar por la satisfacción de sus necesidades
materiales, que en los lugares que habitan no falten servicios básicos,
educación, salud, trabajo digno y remunerado, y en general, todo aquello que
permita a las personas un modo de vida digno, como la verdadera forma de
asegurar que las personas tengan garantizado el pleno ejercicio de sus derechos
elementales.
¿Qué Estado es capaz
de asegurar que procura la dignidad humana de sus habitantes, cuando es noticia
reciente una mujer teniendo un hijo en el patio de un hospital oaxaqueño, por
falta de atención médica? O más reciente, el caso del jornalero chihuahuense
que permaneció grave durante cinco días afuera de un hospital en Guaymas,
Sonora -en el cuál le negaron la atención médica por falta de dinero- quien finalmente
falleció a consecuencia de una lesión en su trabajo como recolector de sandías que
le causaba intensos dolores de espalda, de la severa desnutrición que padecía y
de esa negligencia contraria al juramento hipocrático.
¿Cómo hablar de
dignidad en un país con 7 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan por
falta de oportunidades? Y ni hablar de los 28 millones de seres humanos pobres
en México que no tienen ni siquiera garantizado lo más indispensable para
sobrevivir, que es la alimentación.
El Estado de México
es quizá el más ejemplificador de esa ficción oficial de la procuración de
bienestar. Ahí existe un gobernante que reprime políticamente a quienes se
atreven a exigirle obra social para, precisamente, subir apenas un pequeño
escalón en su nivel de vida. Ahí mismo se encubre con descaro a una poderosa
mafia que asesinó a 6 humildes transportistas y a su abogado por pretender
independizarse y crear un patrimonio seguro para sus familias. En ese estado es
posible que ocurra el secuestro del padre de una alcaldesa y de cientos de
ciudadanos sin que la autoridad mueva un dedo para encontrar a los
responsables. Ahí también existen los más altos índices de feminicidios y de
delincuencia en general; además se concentra al mayor número de pobres en el
país, y no sólo eso, ahí también es donde más se ha acrecentado el nivel de
pobreza. Los pobres en el Estado de México cada vez son más y su pobreza es
mayor.
Es paradójico que
ese estado haya sido gobernado apenas el sexenio pasado por quien ahora es Presidente
de la República.
Si la pobreza es lo
contrario de lo que buscan garantizar los Derechos Humanos, es decir, si la
pobreza es la negación de tales derechos, podemos deducir que entre mayor sea
la pobreza, menor es el ejercicio del derecho que todos los seres humanos
tenemos a vivir con dignidad y esto último se puede definir como la síntesis de
los derechos sociales, políticos y económicos de las personas.
Ningún ombudsman,
ningún organismo de Derechos Humanos ha volteado sus ojos al Estado de México.
Pareciera que su labor de garantía y defensa se constriñe a lo mediático, a lo
que los propios gobiernos dictan, lo que pervierte los nobles objetivos que
deberían abrazar tales “organismos no gubernamentales” por lo que, al no velar
por ese flagelo que es la pobreza, los convierte en cómplices de quienes violentan
a la humanidad.
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