domingo, 26 de mayo de 2013

Negligencia educativa



Juan Carlos Balderas C.
Vocero estatal del Movimiento Antorchista

El concepto “negligencia” se usa para determinar – casi siempre en casos médicos- cierta omisión voluntaria por descuido en la actividad profesional, acto que tiene consecuencias negativas para quien recibe la atención.  Pero la definición encaja perfectamente para dibujar el contorno de muchas deficiencias que se padecen en el ejercicio de responsabilidades públicas. Tal es el caso concreto de la educación, que es un asunto en el cual a nivel nacional existe un gran rezago y una mala calidad que se explican, precisamente por la inacción deliberada de quienes tienen a su cargo la obligación de impulsar mejorías en ese ámbito.
En el caso concreto de Sinaloa, el rezago, según cifras oficiales, es de casi el 20% de la población. La entidad registró el penúltimo lugar nacional en la prueba enlace 2012 y basta mirar superficialmente las gráficas estadísticas de la misma para darse cuenta que, a mayor grado de escolaridad –en educación básica- mayor es el índice de reprobación. En primaria, por ejemplo, la modalidad de escuelas de Conafe registraron  un 86.3% en el nivel de insuficiente y elemental; las escuelas indígenas un 84.2% y las primarias generales un 61.4%.  Gracias a que en primarias particulares la insuficiencia se reduce a un 30.9%,  al globalizar, estos rubros promedian 59.1%, aunque esta cifra no es representativa de la realidad, pues no se toma en cuenta la población escolar en cada una de esas modalidades.
¿Por qué es tanta la diferencia de aprovechamiento en la educación particular? ¿Son mejores maestros? ¿Son alumnos con mayor capacidad? Creo que la respuesta se asoma más bien por el aspecto de las condiciones que tiene cada niño o adolescente para estudiar, tanto en la escuela como fuera de ella. El entorno social que tiene cada estudiante determinará en gran medida su nivel de rendimiento escolar: su alimentación, las condiciones de su vivienda, la distancia que recorre para llegar a la escuela, el vehículo en el que se traslada, son sólo algunos factores que hacen diferencia y que las autoridades educativas pudieran concebir como “externas” o independientes del alcance de sus facultades. Pero lo que no pueden eludir es el aspecto interno de la educación, que va desde la infraestructura de cada plantel y pasa por el salario que reciben los docentes y la creación de nuevos planteles, sin restricción, de acuerdo a las necesidades.
Un diario de circulación estatal publicó recientemente las declaraciones del doctor Francisco Frías Castro, titular de la Secretaría de Educación Pública y Cultura en las que, palabras más, palabras menos, sostiene que la educación debe ser la respuesta a los problemas que reflejan una degradación social. Y la cifra de analfabetismo que proporcionó es muy alta: 700 mil personas en Sinaloa no saben leer ni escribir. (El Debate, 18 de mayo de 2013).
Es decir, hay conciencia del problema, pero falta consecuencia de las autoridades para atenderlo en la medida de las posibilidades reales de sus respectivos cargos.
Para muestra, un botón: Desde hace varios años, estudiantes y maestros de la preparatoria Felipe Bachomo, ubicada en la localidad de Charay, municipio de El Fuerte, han solicitado a esa dependencia la construcción de un aula; los padres de familia de la colonia Ferrusquilla, al extremo norte de la ciudad de Los Mochis, tienen funcionando un jardín de niños que no ha sido reconocido por las autoridades, toda vez que el plantel más cercano dista unos 2 kilómetros y al cual los niños se tienen que trasladar a pie; en la comunidad de León Fonseca, municipio de Guasave, se ha solicitado la instalación de una subestación eléctrica, que permita que el sistema de ventilación en el plantel pueda funcionar; los padres de familia de la colonia Unión Antorchista, de la capital del estado, solicitan la fundación de un jardín de niños y una escuela primaria, toda vez que se justifica en cuanto a la distancia de los planteles más cercanos y en el número de niños que se beneficiarían con estas escuelas; finalmente, también en Culiacán, la Preparatoria Rafael Ramírez, ubicada en una zona de alta marginación, la colonia Los Huizaches, requiere de la instalación de una subestación eléctrica, que soporte el uso de computadoras, pues esta carencia limita el funcionamiento de las máquinas y del sistema de aire acondicionado en las aulas.
La respuesta hasta ahora es la apatía oficial. Estas necesidades elementalísimas y nada onerosas no pueden ser atendidas, por los funcionarios encargados. Y eso que existen minutas de compromiso y en algunas, la palabra empeñada del propio titular de la SEPyC.

Con esa actitud hacia lo que debiera ser su trabajo no extrañan las cifras de Enlace. Urge que el gobernador Mario López Valdez tome medidas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario