martes, 13 de septiembre de 2011

Los estudiantes, en Chile ya están luchando. ¿En México cuándo?

La “revolución pingüina” -como  han llamado a la lucha estudiantil chilena, debido a que los estudiantes de secundaria que participan con gran entusiasmo en ese país visten de negro y blanco y son conocidos como los “pingüinos”- ocupa las planas de los diarios internacionales y las páginas de la internet; las notas informan de las grandes movilizaciones estudiantiles, del maratón de los 1,800 kilómetros, cantidad en millones de dólares que se ocupa para la inversión en educación en Chile, de la brutal represión policiaca, que lo mismo usa contra los jóvenes y a veces niños manifestantes, tanquetas que lanzan agua revuelta con excrementos que gases lacrimógenos, amén de perros, escudos y toletes; que de la belleza “de artista de cine” -dicen los periodistas- de la lideresa más visible de aquel gran movimiento: Camila Vallejo, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile.

En Chile participan en las movilizaciones estudiantes de secundaria, preparatoria y universitarios; cerca de 500,000 se han reunido en sus manifestaciones. ¿La causa? Desde los tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) la tarea de brindar educación, desde secundaria hasta universidad, se abandonó por el estado y se puso en mano de las municipalidades y sobre todo de la iniciativa privada. Resultado: solo quien puede pagar en promedio 5,275 dólares al año, equivalente aproximadamente a 58,000 pesos mexicanos, de colegiaturas, puede estudiar. Como consecuencia, se nos informa, solo el 42% de la población en edad de estudiar la universidad lo hace.

Los estudiantes chilenos, pues, están luchando con todo porque el estado asuma la tarea educativa y, en consecuencia, la educación sea gratuita y deje de ser el gran negocio de unos cuantos.

A la luz de estos hechos, deberíamos reflexionar. Y las cosas en México, ¿están mejor?

En nuestro país, estudian la preparatoria 6 de cada 10 jóvenes en edad de hacerlo. ¿Y la universidad? 2 de cada 10, no el 42% de Chile, sino un mísero 20%.

Cada año las universidades rechazan a miles de aspirantes que quieren hacer una carrera universitaria y que al ser rechazados por la universidad pública no tienen ninguna posibilidad de pagar educación privada. Solo en este ciclo que recién inició la UNAM rechazó 152 mil aspirantes, y la UAS a 14 mil, por dar ejemplos.

Más aún, quienes estudian en las instituciones públicas lo hacen en condiciones muchas veces deplorables: sin terrenos propios, sin aulas adecuadas, sin laboratorios ni bibliotecas, sin espacios para el deporte y el esparcimiento y muchos menos para la cultura y la tecnología de punta; en suma el estado mexicano no vuelca los recursos para proporcionar a los estudiantes, que en los más de los casos vienen de casas humildes, de calles sin pavimento, escuelas dignas, amables, verdaderos jardines que despierten el deseo de permanecer en ellas y estudiar mucho.

Y, finalmente, el destino de estos estudiantes: según declaraciones del Dr. Rodolfo Tuirán, subsecretario de educación superior en el país y que, por tanto, sabe lo que dice, en México, 5.5 de cada 10 egresados de la universidad trabajan en otra cosa distinta a su profesión, desde un puesto de tacos hasta cualquier talacha; y de los 12 millones de mexicanos que desde Estados Unidos mandan dólares para sus familiares, 1.5 millones tienen estudios de licenciatura, maestría o doctorado. ¿Cómo la ven, amables lectores?

En conclusión, las cosas en México no están como en Chile, están peor.

¿Y los gobiernos mexicanos, sean del partido que sean, municipales, estatales o federales? Si se les pide un aula, un laboratorio, un aire acondicionado, biblioteca o computadoras y televisores para una escuela, sienten que se está cometiendo un crimen contra el gobierno, que es mucho pedir.

Yo sé de un pueblo, el ejido Los Huizaches, a 5 minutos de Culiacán, cuyos padres de familia están pidiendo un maestro más porque todos los alumnos de primaria, de primero a sexto, juntos todos, toman clases con un solo maestro. ¿Qué han logrado los padres? Que desde el jefe de primarias hasta la subsecretaria del ramo los regañen por hacer esa petición “en contra de la normatividad” siendo que ellos (los padres) “no saben nada de educación, puesto que no estudiaron”.

Sé de la Preparatoria “Felipe Bachomo”, en Charay, El Fuerte, donde sus más de 120 alumnos se cuecen todos los días a temperaturas de más de 40 grados en aulas de concreto, porque la escuela no tiene energía eléctrica.

Sé también de la Preparatoria “Rafael Ramírez”, en el sur de Culiacán, en donde más de 200 alumnos toman clases en aulas de lámina que los propios padres de familia y los directivos han levantado.

No cabe duda, comparado con México, Chile es el paraíso.

Pero ocurre que en México los estudiantes no han despertado, no suficientemente, cuando menos. Y es bien sabido, pues lo dijeron grandes pensadores, que en este, como en otros casos, la solución de los problemas de los estudiantes, solo puede ser obra de los mismos estudiantes; nadie fuera de ellos, sea partido, gobernante o político, se puede interesar realmente por cambiar la situación como sólo ellos pueden y deben hacerlo.

Estudiantes de México, creo, y muchos creemos, que ha mucho tiempo llegó el momento de pasar a la acción y a la lucha. Ya se está haciendo tarde.

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