martes, 14 de diciembre de 2010

En Sonora triunfó la razón

Marco Antonio Lázaro Cano
*Dirigente estatal en Sinaloa

Treinta días duró el plantón de los guaymenses y empalmenses en las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad de la ciudad de Guaymas. Marchas, asambleas ciudadanas, pintas, colecta pública diaria, volanteos, comisiones a la ciudad de México, de todo o casi de todo tuvieron que hacer los cerca de cinco mil porteños que, literalmente, hartos de abusos, decidieron decir ¡Basta ya!, cuando la empresa descentralizada les hizo llegar a sus hogares recibos que los condenaban a no comer para poder pagar.
Y es que, emulando a Napoleón Tercero, “El pequeño”,  el Presidente  Felipe Calderón, consideró redituable políticamente declarar una “guerra” al narcotráfico, que ha afectado la economía de la nación entera y, principalmente, a la de los destinos turísticos.
Y es que el gobernador, de extracción panista, decidió contestar con bravuconadas verbales a la Ley Arizona –no generando fuentes de empleo, que constituiría la única respuesta efectiva- lo cual  ocasionó el resultado de que la gobernadora de aquel estado incorporó los destinos turísticos de Sonora a los lugares no recomendados a los turistas norteamericanos, redoblando el resultado de lo dicho anteriormente.
Y es que el mismo gobernador decidió quitar de sus egresos algo que consideró un “gasto inútil” del anterior gobierno: subsidiar a las personas mayores de 60 años con el pago de su consumo de energía eléctrica, lo que impactó terriblemente a los sexagenarios quienes, antes cubrían un recibo de 100 pesos, y ahora les llegaba de 2,000 o más, cuando muchos de ellos reciben una pensión de mil pesos mensuales, con la que apenas sobreviven.
 Esto es, en medio de la recesión económica, de la caída en los ingresos, del desempleo, de la violencia; en suma, del abatimiento económico y moral de la población, los altos cobros de la CFE solo fueron la gota que derramó el vaso de la irritación social.
Y, después de 30 días de plantón, triunfó la razón. Pero no triunfó sola. Triunfó enarbolada por la ciudadanía en lucha, organizada y bien dirigida por el Movimiento Antorchista. Triunfó, asestando un rotundo mentís a las falsas Casandras que profetizaban y sentenciaban en los medios masivos, en contra del Movimiento: “a la CFE no se le puede ganar”. Su afirmación parecía plausible, porque organizaciones de toda laya, diputados y senadores, recurrentemente, desde hace muchos años,  venían ofreciendo a la ciudadanía cortarle las garras a la CFE.; o, dicho de otro modo, esa bandera de lucha se había convertido en una buena manera de obtener prestigio, votos, y algo más.
El 14 de diciembre, José Abel Valdez Campoy, por la CFE y Marcos Gutiérrez, Subsecretario, por Gobernación Federal, signaron el acuerdo de que no se le cobrará el excedente abusivo a la gente que luchó y se enlistó. Del mismo modo, el de que la CFE iniciará las gestiones para el cambio de tarifa de Guaymas y Empalme, de 1E a 1F. La CFE entró en razón y el mundo no dejó de girar ni la empresa se declaró en quiebra.
Y a mí me recuerda, guardando toda proporción, un pasaje del histórico Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores que, refiriéndose al triunfo de la jornada legal de 10 horas en Inglaterra, reza: “esa Ley, no fue tan sólo un triunfo práctico, fue también el triunfo de un principio; por primera vez la Economía política de la burguesía había sido derrotada en pleno día por la Economía política de la clase obrera.”
En Guaymas y Empalme la propuesta ciudadana, la iniciativa popular demostró ser superior a la posición, en un principio inamovible, de los hombres del poder, que se consideran detentadores de la infalibilidad papal, nunca sujetos a error, porque todo lo ven a través de los lentes de la “normatividad” y de una supuesta eficiencia.
Bien harían los gobernantes, a la luz de estos hechos, en aflojarle un poco los mecanismos de extracción de dinero a las clases depauperadas de nuestra patria – misma que se realiza por las siguientes vías: salarios míseros, incremento de los bienes de consumo, elevación de impuestos y encarecimiento de los productos que vende el gobierno- antes de que alguna gota inesperada derrame el vaso de la irritación social en el país entero.
Ello requiere que los hombres del gobierno perciban la realidad del pueblo mexicano y, sinceramente, no sé si eso sea posible. Apenas hace unos días se ufanaba el Secretario de Economía del país de que se elevó el promedio de ingresos per cápita de los mexicanos en el último año; hoy cada mexicano, decía el funcionario, henchido de orgullo, percibe ¡18,000 pesos mensuales en promedio!
No cabe duda, toca al pueblo mexicano, como lo hicieron los de Guaymas y Empalme, mostrarles a los gobernantes la verdadera realidad de las sufridas clases trabajadoras del país.
Envío muy orgulloso, un abrazo de felicitación a mis aguerridos compañeros de Guaymas y de Empalme, y a los activistas del estado de Sonora, que no les van a la zaga, un reconocimiento por este capítulo honrosamente librado en la todavía larga lucha de David contra Goliat. Vale.

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