domingo, 9 de febrero de 2014

Sergio Torres y el humanismo consecuente


Juan Carlos Balderas C.
Vocero estatal del Movimiento Antorchista
En una sociedad decadente, como la nuestra, los principios humanistas cobran un significado de gran importancia. Valores tales como la libertad, la justicia, la paz y todos aquellos que abogan por la dignidad de las personas y con su relación hacia el entorno social y con la naturaleza, son siempre bien recibidos por el género humano como las más altas aspiraciones de la sociedad. Y se tornan más relevantes cuando son promovidas, al menos en el discurso, por las autoridades, las cuales son concebidas por los ciudadanos como principales obstáculos para obtener esos mismos valores; por ello se entiende que las declaraciones del alcalde de Culiacán, Sergio Torres Félix, acerca de su decisión de prohibir los circos que utilizan animales en sus espectáculos en la demarcación que él gobierna, hayan sido de relevancia nacional. ¿Quién, con el mínimo de cordura, se opondría a una decisión humanista de una autoridad, que expresa lo más elevado de la ética?
La actitud del alcalde ha sido criticada por Ignacio Niebla Aispuro, presidente del comité municipal Partido Acción Nacional, con el argumento del “daño económico” que esto ocasionaría, las consabidas “pérdidas” para el Ayuntamiento al no recaudar el coste de los permisos para espectáculos con animales. Y por supuesto, tampoco están de acuerdo los dueños de los circos Rolex, Internacional y el de los Hermanos Fuentes Gasca, apelando a certificados expedidos por autoridades federales, en los cuales se hace constar que no hay maltrato en las bestias que utilizan estas empresas circenses.
Culiacán no es la primera ciudad del país que haya implementado esta medida. En el municipio de Naucalpan, Estado de México, apenas unos días antes de las declaraciones de Sergio Torres, el cabildo de ese lugar aprobó en el Bando de Policía y Buen Gobierno, el artículo 67 Bis, que a la letra señala: Queda prohibida la celebración y realización de espectáculos circenses públicos o privados en los cuales se utilicen animales vivos sea cual sea su especie, con fines de explotación, exposición y/o participación. Y Casi dos meses antes, el 6 de diciembre de 2013, el Congreso del Estado de Querétaro reformó el artículo 84 bis de la Ley de Protección Animal para aquella entidad, en los cual se establece que “queda prohibida la celebración y realización de espectáculos circenses públicos o privados en los cuales se utilicen animales vivos, sea cual sea su especie, con fines de explotación, exposición, exhibición o participación”. Y en julio de 2012, el municipio de Zapopan, Jalisco, se convirtió en el primero en contar con una reglamentación que prohíbe la utilización de animales en espectáculos de circo. Hasta aquí los antecedentes.
Desde mi modesto punto de vista, esta visión es positiva por dos cosas. La primera es la que se desprende directamente, que es una política oficial de respeto por el entorno de los seres humanos, respeto a la vida de los animales y con ello crear una conciencia colectiva que vaya en ese sentido, lo que a la postre nos evitará ver en televisión o en internet las desagradables noticias de niños o jóvenes que torturan gatos, perros u otras especies, con la saña característica de la delincuencia organizada. De alguna manera debe contribuir para que se erradique esa crueldad de algunos “humanos” hacia los animales y también aporta para que esa violencia no se torne, más adelante, contra otros seres humanos.
La segunda tiene que ver, precisamente, con esto último. Una política humanista, contra el maltrato de animales, debe ser, congruentemente aplicada, también hacia las personas. La consecuencia lógica de esa visión del alcalde Sergio Torres Félix, debe ser la aplicación, hasta donde esté al alcance de su administración, de programas que permitan que las personas más necesitadas no padezcan ese maltrato y esa discriminación, antihumanas, que son la miseria y la desatención del gobierno.
Los salarios en las fábricas y en los campos agrícolas son más ofensivos que un circo. Cierto que esto puede estar fuera de las posibilidades de un gobierno municipal, por más humanista que sea, pero hay colonias con más de 30 años de existencia que, en su mayor parte, están sin pavimentar. Basta darse una vuelta por las colonias Buenos Aires, República Mexicana, Simón Bolivar, Lázaro Cárdenas, CNOP, Huizaches, Toledo Corro, Francisco Alarcón, Francisco Labastida, 8 de febrero, Miguel de La Madrid, Renato Vega, Progreso, Lomas de San Isidro, tan sólo por citar algunas del sur de la capital sinaloense, para darse cuenta de las condiciones en las que viven miles de familias. ¿Eso no se cataloga como maltrato y discriminación?

Creo que esa declaración obliga al alcalde a ser consecuente y atender, como se debe, los problemas del municipio que están en sus manos, si es que no quiere quedar como un mentiroso más, de los que sobran en las administraciones públicas.

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