miércoles, 9 de marzo de 2011

En Sinaloa se retrasa la adquisición de predios

Marco Antonio Lázaro Cano
Dirigente Estatal

La opinión pública de Sinaloa tuvo conocimiento de que los antorchistas del estado mantuvieron un plantón durante los últimos 35 días del gobierno de Jesús Aguilar Padilla en demanda de que dicho gobierno enganchara, con una aportación de 2 millones de pesos, los terrenos en breña en donde fincarían sus modestísimas viviendas 300 familias de Culiacán y de Los Mochis, carentes de un lugar donde vivir y que, por tanto, lo hacen en casas prestadas o con familiares, dando molestias, o gastando el 50% de sus ingresos en pago de renta o, de plano, como dice el pueblo, “arrimados” con quien les hace el favor de permitirles ocupar un espacio.
Pues bien, ese plantón se levantó la víspera de la toma de protesta del Lic. Mario López Valdez, como Gobernador de la entidad, con dos acuerdos básicos: 1. Que el gobierno saliente dejaría en las arcas del Instituto Sinaloense de la Vivienda (INVIES) un millón de pesos etiquetado para el enganche de referencia, y 2. Que el gobierno entrante aportaría el otro millón para efectuar la compra de los predios por el organismo.
El segundo de los acuerdos se tomó entre la dirigencia estatal del antorchismo y un representante del Gobernador electo, integrante del equipo de transición, en ese tiempo, y hoy funcionario de alto nivel en el gobierno estatal.
Ocurre que a casi dos meses y medio de que el gobierno actual tomó en sus manos los destinos de los sinaloenses, durante los cuales la dirigencia del movimiento ha hecho múltiples antesalas, entrevistas, etc., el acuerdo todavía no se concreta.
El titular del INVIES se ha limitado a exponer a los peticionarios los anteproyectos del gobierno estatal en materia de vivienda. Y en sus oficinas se ha corrido el rumor de que ya no está ni el millón de pesos que dejó el gobierno anterior.
Es grave que se le de ese trato a un problema tan sensible como la adquisición de terrenos para vivienda. Más aún cuando se dijo en el momento de tomar el acuerdo que en este gobierno si “se agarraría el toro por los cuernos”, “no se andaría con burocracias” y sí se cumplirían los acuerdos.
Más grave se torna la situación si tomamos en cuenta que el evento meteorológico ocurrido en los primeros días de febrero ha afectado a los sinaloenses más, mucho más de lo que las estadísticas y las cifras oficiales pueden revelar, me refiero a los sinaloenses más pobres, sobre quienes recae lo más duro de la crisis, como ocurre siempre en estos casos.
He sabido de jornaleros sinaloenses - pues no todos son de otros estados- que en estos días han llorado, literalmente, ante la incertidumbre de su futuro; de ejidatarios de temporal, pobres, que siembran solo para comer, no en esta temporada, y, por tanto, no son considerados ni jornaleros, ni productores afectados, a pesar de que, como dicen ellos, se “emplean” la mayor parte del año; de trabajadores de los empaques lanzados a la calle que, por serlo, tampoco alcanzan el exiguo beneficio del empleo temporal; de pequeños comerciantes cuyas ventas son casi igual a cero; de hombres y mujeres, con sus hijos a cuestas, tocando en las puertas de las colonias populares de Culiacán, pidiendo un plato de comida para sus hijos. Una ama de casa que no tuvo que darle a un hombre que le solicitaba comida me refirió que le contestó la persona: “ojalá nunca en su vida sepa usted lo que es el hambre, ni tenga que pasar por esta situación”, ante lo cual quedó estremecida.
Son verdaderos cuadros de terror que horrorizarían a cualquiera: el pueblo, con sus buenos brazos para trabajar, condenado al hambre y lanzado a la mendicidad.
En este ambiente nada halagador para ningún gobernante, he escuchado voces de pueblo llano, limpio y libre de prejuicios políticos, que se dicen decepcionados del gobierno estatal y de muchos gobiernos municipales: - “nos sacaban por camionadas en la campaña y nos decían que sería un gobierno de puertas abiertas, diferente, y que los problemas se iban a resolver. Y hoy no nos reciben y si pedimos 200 despensas, nos ofrecen 20. No se las aceptamos”, me decía enfurecido un campesino del municipio de Ahome. Pero quizás no sea el único que piense así.
Estamos a tiempo de advertirle al gobierno del estado y a los municipales: ¡Cuidado! El pueblo no se va a conformar con un cambio de hombres en el poder, tampoco satisfarán por mucho tiempo al pueblo explicaciones sobre las deudas heredadas. Lo que la gente reclama, y además con justicia, es la solución de los problemas concretos que la aquejan y que los candidatos, hoy gobernantes, quedaron de resolver.
Ojalá y los gobiernos de todos los niveles entiendan esta situación que atraviesan los sinaloenses y se decidan a transformar aceleradamente su actitud en una actitud resolutiva y ejecutiva. De no ser así, el divorcio entre el discurso y lo que la gente percibe en su trato diario con sus gobiernos será cada día mayor y, lo que es peor, los problemas de los ciudadanos quedarán, una vez más, esperando una mejor oportunidad para resolverse o, en el peor de los casos, la insensibilidad de los gobiernos y el acoso del hambre, hará que las masas depauperadas desborden los cauces democráticos e institucionales que hasta hoy han respetado. No lo deseamos así y por ello echamos un grito a tiempo, que siempre valdrá más que mil después.

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